viernes, 5 de agosto de 2016

Una práctica familiar que eleva el espíritu

En el año 77 emergió un pensamiento en la voz de los grandes literatos que definió a la lectura y al arte como las más redentoras formas de expresión de todas las actividades del espíritu humano; un pensamiento que aún se mantiene vigente; y desde esa premisa, la “María Calcaño”, en aras de promover y cultivar el saber, dio la bienvenida a Eleonora Arenas para dar lugar al conversatorio “Biblioteca y Familia” el pasado miércoles 28 de julio en la Sala de Conferencia “Hesnor Rivera”.
 

Eleonora Arenas, Licenciada en Letras, egresada de la Universidad del Zulia (LUZ) tuvo a su cargo este momento de tertulia, siendo propicia su participación, en conmemoración de la semana del Bibliotecólogo y Archivólogo en la cual abordó el tema de la familia y la lectura como una relación tácita, enfatizando además en el rol de los padres y su responsabilidad en el impulso de la lectura dentro del universo del niño y en su sensibilización. “De esa forma es más factible acercarnos a los libros con curiosidad y amor, por mucho tiempo hemos visto a los libros como objetos, como adornos en un espacio de nuestra casa, cuando deberían ser una herramienta de disfrute; esa visión errónea tiene mucho que ver con la formación que recibimos en el hogar”. Acotó. 

En este sentido, Arenas explicó que la práctica de la lectura debe ser una segunda profesión para los padres ya que “debemos transformarnos en lectores potenciales para poder sumergir a los niños en ese universo; lograrlo es posible con paciencia, con amor y con ganas”. Agregó Arenas. 

Percibir la realidad

Dentro de las aristas abordadas por Arenas en esta tertulia familiar, está la mirada al entorno como forma de sensibilización; la lectura del contexto en el que vivimos. Asimismo, también hizo hincapié en la inútil posesión de un libro arrumado en un rincón, que no cumple otro propósito más que ser un instrumento decorativo cuando tiene tantas cosas que decir.

“Mi conexión con los libros fue a través de la vida misma, mi madre me hacía contemplar mi realidad, conversábamos a menudo sobre mi percepción de la vida desde niña. Nacemos y comenzamos a vivir; antes que aprender a leer o a hablar, está primero la vida y luego los libros…yo tuve el privilegio de tener padres lectores, tuve la oportunidad de ver y apreciar las cosas gracias a que mi mamá creó una atmósfera idónea para desarrollar el hábito de la lectura, muchas veces sin proponérselo, de esa manera aprendí a usar otro tipo de lenguaje”. Comentó, Arenas, exaltando la relevancia de percibir la realidad y contemplarla desde todos los ámbitos de la vida, para así poder apreciar al semejante, siendo la lectura esa ventana que permite esa contemplación, en pro del rescate del contacto con el otro. 

Promotores en el hogar

De esta manera, el conversatorio “Biblioteca y Familia” planteó como reto a las instituciones y a los presentes, fomentar la creación de talleres para padres, dentro de las escuelas, a fin de concientizar sobre el importante rol que tienen como promotores de la lectura en el hogar; asumiendo un papel más activo en el proceso de formación de los infantes, responsabilidad que no es exclusiva del docente. 

“Esto ha traído otro problema y es que los niños comienzan a ver a la escuela como un lugar donde se imponen asignaciones académicas, alejándoles cada vez más del goce de leer”. Refirió la literata. 

¿Cómo enamorarse del conocimiento? 

Para muchos, la poesía y la literatura son géneros atractivos pero ¿cómo desarrollar el interés por la ciencia o por las artes a través de la lectura? Fue este otro de los puntos de reflexión dentro de este conversatorio pues, según afirmó Arenas, no basta con tener libros en casa, para enseñar a nuestros hijos a leer debemos ser lectores, partiendo de la estimulación de la sensibilidad, lo que implica la actuación de un mentor que nos lleve de la mano a conocer los colores del mundo, en todos sus matices; haciendo de la lectura algo tan vital como comer, enriqueciendo nuestra vida y transformándonos en seres más espirituales.  

“Tanto la familia como el maestro deben trabajar en pro de elevar el espíritu, la espiritualidad, y no hablo en términos de religión; podemos llegar a ser personas banales, sin valores, aun cuando podamos hablar muy bien y ser grandes lectores”. Concluyó Arenas.

Redacción y fotografía: Francisco Ruiz
Fecha: 29.07.2016
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