Una práctica familiar que eleva el espíritu
En
el año 77 emergió un pensamiento en la voz de los grandes literatos que
definió a la lectura y al arte como las más redentoras formas de
expresión de todas las actividades del espíritu humano; un pensamiento
que aún se mantiene vigente; y desde esa premisa, la “María Calcaño”, en
aras de promover y cultivar el saber, dio la bienvenida a Eleonora
Arenas para dar lugar al conversatorio “Biblioteca y Familia” el pasado
miércoles 28 de julio en la Sala de Conferencia “Hesnor Rivera”.
Eleonora
Arenas, Licenciada en Letras, egresada de la Universidad del Zulia
(LUZ) tuvo a su cargo este momento de tertulia, siendo propicia su
participación, en conmemoración de la semana del Bibliotecólogo y
Archivólogo en la cual abordó el tema de la familia y la lectura como
una relación tácita, enfatizando además en el rol de los padres y su
responsabilidad en el impulso de la lectura dentro del universo del niño
y en su sensibilización. “De esa forma es más factible acercarnos a los
libros con curiosidad y amor, por mucho tiempo hemos visto a los libros
como objetos, como adornos en un espacio de nuestra casa, cuando
deberían ser una herramienta de disfrute; esa visión errónea tiene mucho
que ver con la formación que recibimos en el hogar”. Acotó.
En
este sentido, Arenas explicó que la práctica de la lectura debe ser una
segunda profesión para los padres ya que “debemos transformarnos en
lectores potenciales para poder sumergir a los niños en ese universo;
lograrlo es posible con paciencia, con amor y con ganas”. Agregó
Arenas.
Percibir la realidad
Dentro
de las aristas abordadas por Arenas en esta tertulia familiar, está la
mirada al entorno como forma de sensibilización; la lectura del contexto
en el que vivimos. Asimismo, también hizo hincapié en la inútil
posesión de un libro arrumado en un rincón, que no cumple otro propósito
más que ser un instrumento decorativo cuando tiene tantas cosas que
decir.
“Mi conexión con los libros fue a través
de la vida misma, mi madre me hacía contemplar mi realidad,
conversábamos a menudo sobre mi percepción de la vida desde niña.
Nacemos y comenzamos a vivir; antes que aprender a leer o a hablar, está
primero la vida y luego los libros…yo tuve el privilegio de tener
padres lectores, tuve la oportunidad de ver y apreciar las cosas gracias
a que mi mamá creó una atmósfera idónea para desarrollar el hábito de
la lectura, muchas veces sin proponérselo, de esa manera aprendí a usar
otro tipo de lenguaje”. Comentó, Arenas, exaltando la relevancia de
percibir la realidad y contemplarla desde todos los ámbitos de la vida,
para así poder apreciar al semejante, siendo la lectura esa ventana que
permite esa contemplación, en pro del rescate del contacto con el otro.
Promotores en el hogar
De
esta manera, el conversatorio “Biblioteca y Familia” planteó como reto a
las instituciones y a los presentes, fomentar la creación de talleres
para padres, dentro de las escuelas, a fin de concientizar sobre el
importante rol que tienen como promotores de la lectura en el hogar;
asumiendo un papel más activo en el proceso de formación de los
infantes, responsabilidad que no es exclusiva del docente.
“Esto
ha traído otro problema y es que los niños comienzan a ver a la escuela
como un lugar donde se imponen asignaciones académicas, alejándoles
cada vez más del goce de leer”. Refirió la literata.
¿Cómo enamorarse del conocimiento?
Para
muchos, la poesía y la literatura son géneros atractivos pero ¿cómo
desarrollar el interés por la ciencia o por las artes a través de la
lectura? Fue este otro de los puntos de reflexión dentro de este
conversatorio pues, según afirmó Arenas, no basta con tener libros en
casa, para enseñar a nuestros hijos a leer debemos ser lectores,
partiendo de la estimulación de la sensibilidad, lo que implica la
actuación de un mentor que nos lleve de la mano a conocer los colores
del mundo, en todos sus matices; haciendo de la lectura algo tan vital
como comer, enriqueciendo nuestra vida y transformándonos en seres más
espirituales.
“Tanto la familia como el
maestro deben trabajar en pro de elevar el espíritu, la espiritualidad, y
no hablo en términos de religión; podemos llegar a ser personas
banales, sin valores, aun cuando podamos hablar muy bien y ser grandes
lectores”. Concluyó Arenas.
Redacción y fotografía: Francisco Ruiz
Fecha: 29.07.2016
@BibliotecaBPZ
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